martes, 2 de abril de 2013


 ¿Para qué escribir libros?
    por Juan Cu


 
(FACSIMIL) COLON, CRISTOBAL: LIBRO DE LAS PROFECIAS. 

Madrid: Testimonio  Folio menor. 85 h. manuscrito  original se 
conserva en la Biblioteca Capitular y Colombina del Cabildo 
Catedralicio de Sevilla.
 Enc. en plena piel con decoración en seco y aplicaciones metálicas.
FOTO http://prestige.delcampe.net/page/main/action,item,item,176135867,language,S.html
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Deberíamos escribir un libro de nuestra propia soledad humana, soledad inventada o natural, esta, que sólo debiera curar una herída, la propia, es decir, nuestra misma muerte; es el testamento de una vida, la opinión de este mundo visto por nosotros. De la frivolidad del epitafio inscrito en las tumbas a el enígma palabreado en un libro escrito por nosotros esta la diferencia del sabor de la vida, dulce o amargo. Escribir un libro aunque sea en el humilde cuadernillo a tinta y con el rigor de la mano,y este es el secreto de la escritura, la mano. Desde el nacimiento del lenguaje hasta nuestra época, hemos escrito durante más siglos con la diestra o la zurda que con la tipografía de Gutenberg. (de ella sólo han pasado quinientos años de su invento) un ejemplo la biblia es amanuense sobre rollos de pergamino, los escribas que la transcribieron fueron copistas, copiaban varias veces los secretos de la antigua sabiduría, el lenguaje en aquellas épocas fue un secreto, la disposición de las letras, primero, luego en palabras, ofrecían el saber del mundo, y contrario al escribir los copistas con la equivocada disposición de las palabras creaba confusión y duda que hasta el siglo XVI con René Descartes, esta lejana duda se convirtió en conocimiento, es decir: nació la crítica a la sabiduría de mundo antiguo. El equívoco histórico alimenta la literatura. Ramón Menendez y Pidal escribía que en la escritura testamentaria se puede observar el fenómeno del nacimiento de las lenguas romances nacidas del Latín allá por la edad media: poco a poco los testamentos se van apartando de la lengua clásica y con errores y localismos del habla en cada país darían orígen al español, al francés, al italiano...,si tuviéramos una lengua común en todo el mundo ya nadie escribiría libros, es un deseo humano hablar un mismo idioma, pensemos que durante el siglo XX con inventos como el idioma llamado Esperanto nos hicímos ilusiones solamente. Las lenguas se han dispersado como la humanidad lo ha hecho durante los últimos 500 años.Un libro como el de Una Temporada en el Infierno de Arthur Rinbaud y que se imprimieron de 100 a 250 (?) ejemplares en Bruselas pagadas por el propio Rinbaud, para pedir 10 ejemplares al impresor para sus amigos, el resto se quedó en la imprenta y despues de 100 años embodegados, ahora esos libros se consideran una fortuna. Esto no ha cambiado mucho, se imprimen 1000 ejemplares, al autor se le entregan 100 como pago de regalías y se venden otros 200 durante tres meses de su poca e inepta distribución, y el resto se queda apilada en las bodegas de la imprenta o en la casa del editor... Más para acá nuestro testamento, aunque no se crea es un libro, el gran libro por antonomasia. Escribamos, al menos la segunda parte antes de morir...  Juan Cu